Asesinato en baño público
por Emi Mendoza
[Sala de interrogatorios de la policía]
- ¡Yo no lo asesiné! ¿Cuántas veces se los tengo que repetir?
- Mira amigo, escucha mi consejo. Acepta tu responsabilidad en la muerte de ese pobre hombre y ahórrate el interrogatorio con el jefe que ya está por llegar. Si aceptas tu culpabilidad yo te prometo que cerramos el caso inmediatamente, firmas y te acomodas en una de nuestras celdas temporales en espera de la condena que te dé el juez. Si firmas ahora, empiezas a descontar desde ahora la condena que te dé el magistrado. Si no firmas, entonces te convertirás en uno más de los miles presuntos asesinos que desbordan las cárceles en espera de juicio… y pueden pasar años para que abran tu expediente nuevamente y de todos modos te encontrarán culpable pues las pruebas contra ti son contundentes.
- Pero… ¿Cómo voy a firmar un delito que yo no cometí? Yo no fui…Yo no lo asesiné…
- Y dale con que yo no fui… ¿No te das cuenta que todas las pruebas te indican a ti como culpable?
- ¿Cuáles pruebas? El hecho de encontrarme en el lugar donde han matado a una persona no quiere decir que yo haya cometido el delito …
- ¡Ah! Ya entendí, quieres que te refresque la memoria… Bueno, te voy a explicar por la última vez la razón por la que tú estás comprometido con la justicia: nuestros testigos te encontraron en el baño de caballeros junto con el muerto, estaban ustedes dos solos. El difunto murió tendido boca abajo agarrándote los tobillos mientras tú estabas sentado en la taza del váter. En tus ropas, incluyendo la interior, se encuentran manchas de sangre que salpicaron de su herida. Pero no sólo en tus ropas, en las del difunto se encontraron difundidos por todo su cuerpo restos de heces fecales. ¿Y sabes a quién pertenecen esas "chispas de chocolate"? ¿No adivinas? Pertenecen a ti… El dueño del restaurante declaró que tuvo que pedir ayuda para poder abrir las manos del asesinado que estaban fuertemente aferradas a tus tobillos. Además, tenías el arma del delito llena de sangre en tu mano y… ¿Todavía te atreves a negar la evidencia?
- Yo le digo que yo no lo asesiné.
- Ajá, lo que quieres es que te interrogue el jefe. Ya verás que con él no se juega. Te hará confesar por las buenas o por las malas. Es más, acaba de llegar, voy a ver si te sigues poniendo muy “machito” con el jefe…je-je.
- ¡Buenos días jefe!
- ¿Qué tienen de buenos?
- Disculpe jefe, pretendía ser educado.
- Mejor dime qué pasó con el asesino. ¿Ya confesó?
- No, jefe. Toda la noche se pasó diciendo que era inocente y ni mostrándole todas las pruebas en su contra aceptó confesar. Aquí está el dossier del asesino, jefe. Con la luz intensa que le puse en la cara durante toda la noche no lo dejé dormir nada, está por ceder de cansancio...
- Bueno, retírale la luz intensa de la cara y déjame sólo con él. Espérame afuera. Yo continúo con el interrogatorio.
- Muy bien, jefe. Le deseo suerte…
- Yo no necesito suerte…
- No, jefe. Le deseaba suerte al detenido…
- Ah, no te preocupes por él, yo no trato mal a nadie.
- Buenos días caballero ¿Cómo pasó la noche?
- Mal, por favor déjeme dormir. Yo no asesiné a nadie.
- ¡Vamos! Tiene que demostrarme que Ud. es inocente.
- Ya lo he repetido mil veces, estoy muy cansado.
- Bueno, vamos a hacer una cosa. Cuénteme su versión y cuando termine yo lo dejo descansar.
- No, eso mismo dijo su ayudante y aquí me tienen, sin dormir.
- Pero yo soy el jefe y yo decido que duerma un rato cuando termine de contarme todo desde el inicio.
- Está bien. Haré el último esfuerzo. Después firmaré todo lo que quieran, ya no aguanto más.
- De acuerdo. Veamos, deme su versión.
- Mire Sr. Capitán…
- ¡Inspector!
- Mire Sr. Inspector, todo fue por culpa de sensor inteligente que recientemente están instalando en todos las casas y los negocios de la ciudad.
- ¿Sensor inteligente? ¿Qué eso?
- Son esos pequeños artefactos eléctricos que ayudan a salir de una habitación sin preocuparse de apagar la luz. Se puede entrar en una estancia a oscuras sin necesidad de buscar el interruptor para que se ilumine. Ambas situaciones son posibles gracias a la instalación de un detector de movimiento a rayos infrarrojos. Son muy útiles para ahorrar corriente eléctrica, pues si uno se olvida de apagar la luz al salir, se apaga sola después de algunos minutos al no detectar movimiento alguno.
- Ah, sí… lámparas inteligentes. ¿Y qué tiene que ver una lámpara inteligente con el asesinato a puñaladas de una persona en un baño público?
- Bueno, no fue culpa precisamente del sensor, sino del imbécil que lo instaló.
- ¿Eh?
- Sí, Sr. capitán…
- ¡Inspector!
- Perdón, inspector… El verdadero culpable de que yo esté aquí es el electricista que instaló el sensor en ese baño.
- Explíquese mejor.
- Verá Sr. Capitán…
- ¡I-n-s-p-e-c-t-o-r!
- Ah sí, inspector: yo voy con frecuencia a ese restaurante después del trabajo. Me queda de paso y después de echarme unos tacos y un par de cervezas me voy a mi casa. Pero como con frecuencia sucede, me vinieron unos retortijones y me vi obligado a ir al baño del restaurante. Me gusta ese baño porque lo instalaron hace poco tiempo y está limpio. Además es amplio porque tiene tres cubículos, cada uno con su propio inodoro para hacer necesidades con tranquilidad. Si alguien más llega hay otros compartimientos disponibles. Entré al baño y se encendió automáticamente la luz al detectar mi presencia. Como le explicaba, el sensor que recientemente instalaron detectó mi presencia y se enciendió la luz sin necesidad de que yo buscara el interruptor. La luz apagada me hacía entender que no había nadie en el baño en ese momento y sabiendo que no había nadie en el baño, elegí el primero de los cubículos sin la necesidad de consultar por debajo de la puerta si estaba ocupado.
- ¿Qué tiene que ver el sensor con el asesinato?
- Un momento, inspector. El estúpido electricista instaló el detector de movimiento a la entrada del baño, lejos de las tazas de váter. Yo padezco de estreñimiento y me tengo que concentrar sentado durante mucho tiempo. Como era yo el único que estaba en el baño, cada vez que se apagaba la luz, tenía que abrir la puerta de mi cubículo y caminar cerca de la entrada con los pantalones a las rodillas para que el sensor pudiera detectar mi presencia. Luego regresaba a seguir concentrándome en lo que estaba haciendo. Lo hice varias veces hasta que decidí no hacerlo más, no necesitaba luz para mi actividad y me quedé haciendo el esfuerzo correspondiente en espera de que alguien más entrara para que encendiera la maldita luz.
- ¿Y luego?
- Nada, resulta que justo en el momento que yo estaba logrando mi objetivo en la obscuridad, entró al baño el asesino…
- ¿Y cómo sabes que era el asesino?
- Espere un momento a que termine de contar. Cuando el asesino entró se encendió la luz y ese hombre interpretó que el baño estaba vacío, tal como yo lo interpreté al entrar, sin saber que yo estaba en uno de los cubículos en la obscuridad.
- ¿Y?
- Inmediatamente después entró la víctima sin saber lo que le esperaba. El asesino lo empujó hasta la puerta de mi cubículo, donde estaba yo casi por culminar con éxito mi actividad fisiológica. La víctima pedía perdón y le juraba que le pagaría el dinero que le debía, motivo de la pelea. Yo quedé calladito por temor de que me tocara también a mí al ser descubierta mi presencia.
- ¿Y porqué no hizo nada por impedir ese crimen?
- Cuando uno se enfrenta a un peligro de esa naturaleza, a veces, lo mejor no es prepararse para luchar o huir, sino permanecer lo más quieto posible, tratando de pasar inadvertido. Nuestro cerebro se colapsa por la cantidad enorme de información que tiene que procesar: ¿Quién es el que me ataca?, ¿Cómo voy a huir?, ¿Es posible pedir ayuda?, etc. Y todo esto ocurre en una fracción de segundo. En la riña, la víctima antes de ser acuchillada cayó al piso por un empujón y estando en el suelo descubrió por debajo de la puerta de mi cubículo que estaba yo sentado en la taza del váter. Al ver mis pies se arrastró por debajo de la puerta hasta tomarme de los tobillos mientras me gritaba pidiéndome ayuda. El asesino clavó el arma contundente en la espalda y al momento que abrió la puerta, me vio sentado como si yo fuera un rey en mi trono.
- ¿Cómo era?
- Era un muchacho como de 20-25 años, moreno con bigotes y pelo corto. Tenía un tatuaje de las tortugas ninja en el brazo izquierdo.
- ¿Cómo iba vestido?
- Llevaba puesta una camiseta del Barcelona. Al verme, huyó de inmediato y al voltearse vi que tenía el número 10 y la escrita “Messi” en la espalda. Los gritos del hombre agonizando hicieron llegar a las personas en nuestra ayuda. Los primeros en entrar y ver la escena trágica, obviamente pensaron que el asesinado luchaba conmigo, pero en realidad yo estaba completamente inmovilizado del terror.
- ¿Y cómo explica el hecho de que restos de su excremento cubrían al apuñalado?
- Cuando uno está estreñido, se hace mucha fuerza para expulsar los desechos fisiológicos. ¿Pero qué pasa si durante ese movimiento peristáltico la persona recibe un susto? La explicación está en mi sistema nervioso parasimpático, que forma parte del sistema nervioso autónomo.
- ¡Ay wey! Me está enredando… ¿Y qué es eso?
- Mientras hacía el esfuerzo por expulsar los desechos de los que hablábamos, el terror tuvo su acción en el sistema nervioso y éste en el digestivo favoreciendo la salida de heces. No tuve manera de controlar los esfínteres en medio a ese terror con las consecuencias ya conocidas.
- ¿Y el arma? ¿Porqué la tenía Ud. en la mano?
- El hombre yacía moribundo delante de mí con un artefacto clavado en la espalda. Mi reacción fue la de retirarlo de su lomo. Ahí descubrí que no se trataba de un cuchillo sino de un simple destornillador con punta a cruz. Al entrar los testigos pensaron que yo había clavado el arma, pero yo sólo la había desclavado.
- ¿Y?
- Que la culpa la tiene el electricista. Si el técnico hubiera instalado el sensor de movimiento cerca de los inodoros, yo habría mantenido la luz siempre encendida y el asesino no habría tomado valor de asesinar al haber detectado mi presencia con el clásico sistema de mirar por debajo de la puerta de los cubículos.
- Ah, muy bien…
- ¿Mire, déjeme dormir aunque sea en esta silla incómoda al menos por algunos minutos.
- No, no hace falta dormir aquí. Se puede ir a su casa. Ya terminamos la interrogación y lo reconozco inocente.
- ¿De veras? ¿Puedo irme a mi casa?
- Sí, pero no abandone la ciudad, lo necesito como testigo de ese asesinato.
- Claro, gracias comandante…
- ¡I-n-s-p-e-c-t-o-r! Y si se vuelve a equivocar lo vuelvo a interrogar…
- No, por favor inspector…estaré a su disposición en cualquier momento para colaborar.
- Bueno, vaya a casa…
- Disculpe jefe, ¿Porqué lo dejó en libertad?
- Por que él no es el asesino.
- Pero jefe, ¿Ud. le creyó su versión de inocencia?
- Claro. Olvídate de este hombre y ve inmediatamente a buscar al electricista y arréstalo con la acusa de haber asesinado al hombre en esos baños públicos de ese restaurante.
- No me diga que Ud. se creyó la versión del sensor y del electricista…
- Claro. El electricista fue el asesino.
- Pero si el electricista solo instaló el sensor… ¿Cómo puede Ud. decir que fue él el homicida?
- Porque yo también sufro de estreñimiento…
- ¿Y qué tiene que ver el estreñimiento con el sensor?
- Pues que yo también ayer me quedé a oscuras en el baño de la estación de policía. En la mañana había sido instalado el sensor. Fui a hablar con el encargado y me prometió que haría cambiar de lugar al sensor. El electricista regresó malhumorado porque su patrón no le había pagado sus trabajos de instalación de sensores en varias partes de la ciudad.
- Pero jefe, ¿Qué tiene que ver el sensor con el asesinato?
- El electricista que instaló el sensor en nuestros baños encaja con la descripción dada por el testigo y las cámaras de seguridad: bigotes, pelo corto, tatuaje de los ninja, camiseta de Messi del Barcelona, etc.
- Sí, pero eso no es suficiente como para arrestar a alguien con la acusa de homicidio. No sabemos ni siquiera cuál fue el motivo del delito.
- ¿Sabes quién es la víctima?
- Sí, un vendedor de sistemas de ahorro energético...
- O sea, el patrón del electricista. ¿El motivo? No le pagaba los trabajos realizados…
- Ah…