Los monarcas
Un soneto por Liduvina Cervera
La mirada serena del pintor
protege con esmero la razón, por la cruz que toca su corazón, la real imagen de su noble labor. Se ha olvidado del espejo indiscreto que triunfal genera una copia fiel, revelando sin querer ser infiel, lo que con celo pintaba en secreto. Pintó Diego Velázquez al cortejo para despistar a cualquier curioso, de lo que inocente dice el reflejo. Pintó de la niña el rostro amoroso sin borrar en un cuadro tan complejo lo que aquél espejo pintó glorioso. |
®Todos los derechos reservados. Liduvina Cervera Gómez, 2018