El niño que caminaba para atrás
Por Emi Mendoza
Esta es la historia de Pedrito, el niño que caminaba para atrás. Desde que era un bebé comenzó a dar sus primeros pasitos siempre intentando el desplazamiento hacia atrás. Nunca gateó. Al inicio, su mamá pensaba que era solo por unos días, pero cuando vio que continuaba a hacerlo y que con frecuencia chocaba con las paredes o lo que se le pusiera enfrente, se empezó a preocupar y lo llevó a ver al doctor. El doctor dijo que estaba bien y que no le afectaba nada en la salud si el niño se quería divertir de esa manera. El doctor añadió que algunos padres podían sentirse un poco preocupados cuando veían a sus hijos caminando hacia atrás. Pero, realmente no había motivo para preocuparse, ya que era una actividad muy saludable, e incluso divertida, para la mayoría de los niños. Su consejo fue de dejar al niño que eligiera ese sentido de marcha hasta que decidiera cambiar de dirección.
Los primeros días, Pedrito chocaba con todo lo que se le atravesaba pues no podía mirar lo que había a su espalda, pero con el paso de las semanas tomó una cierta pericia que le permitía desplazarse sin tropezarse. Durante los siguientes años, el niño creció caminando siempre para atrás. Su mamá también se acostumbró a ver que su hijo caminaba al contrario y los padres no se opusieron más acostumbrándose a su peculiar estilo para trasladarse.
Cuando cumplió seis años, Pedrito fue inscrito en la escuela. El primer día de clases fue llevado por la mamá quien lo dejó a la entrada del edificio. El niño entró al salón de clases con su mochila en la espalda pero caminando hacia atrás. Los demás niños se le quedaron viendo. Notaron su eterna sonrisa y su enorme habilidad para esquivar obstáculos y no chocar ni tropezar con nada.
Ese día, cuando salieron al recreo se dispuso a recorrer todo el patio a su manera, explorando con sus talones todos los rincones. Un niño, carcomido por la curiosidad, se le acercó para preguntarle porqué caminaba en ese modo.
-"Lo hago porque es muy divertido"- contestó Pedrito.
El niño que le hizo la pregunta de inmediato quiso comprobar si efectivamente el caminar al contrario provocaba algún regocijo. Pero al intentar hacerlo, se tropezó con un pequeño obstáculo. Todos los niños que observaban empezaron a reír. Sin embargo, el niño curioso volvió a intentarlo y en esta ocasión no chocó con nada. En ese momento empezó a conocer la diversión de la cual Pedrito había hablado. Se dibujó una sonrisa en su rostro mientras expresaba su felicidad al caminar en reversa:
-"¡Es verdad, es muy divertido! ¡Vivaaa!"
Pedrito junto con el niño curioso partieron juntos marcha atrás para explorar el adoquinado del patio de la escuela. Todos los niños que habían observado la escena comenzaron a preocuparse pues todos estaban perdiendo la oportunidad de divertirse como ellos. Después, otro niño trató de experimentar la sensación, apenas había dado algunos pasos cuando empezó a gritar que él también se estaba divirtiendo. Como consecuencia, otros niños se animaron a caminar al contrario y así comenzó una cadena interminable de niños que intentaban caminar hacia atrás sin chocar. Apenas habían pasado algunos minutos y ya todos los niños de la escuela se divertían desplazándose para atrás por todo el espacio recreativo del edificio. Algunos chocaban, otros eran más hábiles, pero absolutamente todos se divertían. Había sólo alegría y fiesta a la hora del recreo todos los días. Pedrito estaba satisfecho de haber transmitido esa forma de diversión y presumía ser el más hábil de todos.
Al improviso, unas semanas después, Pedro notó algo extraño. Todos los compañeros de la escuela caminaban al contrario a la hora del recreo excepto uno. No entendía por qué un niño seguía caminando por todo el patio conservando la justa dirección hacia adelante. Pedrito pensó que quizá era un niño que tenía miedo de caer y que prefería no arriesgar. Al acercarse a él, notó que se trataba de un niño que parecía muy tímido. Ese miedo aparente de ese niño reforzó la hipótesis de Pedrito que tenía temor de caminar al revés. Pedrito se acercó a él para preguntarle su nombre.
-"Me llamo Jorgito."-contestó el niño.
-“Jorgito, no tengas miedo, no te pasa nada. ¡Intenta caminar de espaldas!”- Pedrito lo animó a tratar de caminar hacia atrás diciéndole que era solo cuestión de práctica.
-"¿Quién tiene miedo? ¿Yo?"- Contestó Jorgito con una cara de sorpresa – "Yo no tengo miedo. Lo que pasa es que yo me divierto más caminando hacia delante…"
Pedrito no quedó convencido con esa respuesta así que se le puso enfrente para preguntarle otra vez:
-“¿Cómo puedes saber cuál de las dos direcciones es mejor si tú nunca has intentado la de caminar para atrás?”
-“Ja!”-contestó Jorgito riéndose con esa pregunta – "¿Y tú? ¿Alguna vez tú has intentado caminar para adelante?"
-“No…” – contesto Pedrito.
-“Entonces ¿Cómo puedes saber que caminar para atrás es más divertido que caminar para adelante si nunca lo has intentado? No tienes manera de compararlos si nunca lo has hecho." – Contradijo Jorgito.
Pedrito se quedó callado, no sabía que responder. Ese niño tenía razón. No podía decir que era más divertida una actividad que otra sin antes experimentarlas para poder compararlas. Trató de contestar rápidamente sin que Jorgito notara que no tenía una respuesta y se le ocurrió hacerle la misma pregunta:
"¿Y tú? ¿Cómo haces para decir que es más divertido ir hacia adelante si nunca has probado ir hacia atrás?"
Jorgito, sin cambiar su expresión de niño tímido contestó dejando atónito a Pedrito:
-"Claro que he intentado caminar para atrás. Lo hice cuando tú lo propusiste la primera vez. Mira estos moretones que tengo, me los hice cayéndome varias veces. En cambio, caminando para adelante nunca me he caído, es obvio que caminar hacia adelante es más divertido que hacia atrás que me provoca heridas con las caídas".
Pedrito se sintió desafiado y dijo que con la práctica se podía caminar durante horas al revés sin caerse ni una vez.
Jorgito se dirigió a Pedrito diciéndole:
-"Yo sé porque siempre usas el elevador para subir. Porque no puedes subir las escaleras caminando al contrario. Y además sé también que tú no puedes andar en bici, ni en patines, ni correr. Hazme caso, intenta al menos una vez caminar para adelante y luego hablamos."
Pedrito molesto por esa terrible provocación quiso demostrar a Jorgito que se equivocaba e intentó desplazarse hacia adelante. Pero como era la primera vez en su vida que lo hacía, perdió el equilibrio y se cayó, raspándose una rodilla.
-"¡Ay! ¿Ves? Te dije que no era divertido. ¡Me acabo de lastimar la rodilla!" - Exclamó Pedrito gritando.
Jorgito insistió que tenía que intentar de nuevo argumentando que tenía que practicar. Entonces Pedrito se levantó otra vez para demostrar que ir de frente no era divertido para nada. Pero al lograr dar algunos pasos sin caerse, empezó a sentir una nueva sensación que le produjo un extraño regocijo. De repente, Pedrito aceptó que Jorgito tenía razón. Caminar hacia adelante era más placentero. Caminó hacia su compañerito que lo había desafiado hasta abrazarlo agradeciéndole por haberle hecho experimentar esa nueva sensación. Cuando los demás niños del colegio vieron que Pedrito caminaba hacia adelante mostrando felicidad, todos cambiaron sentido y empezaron a sentir la sensación agradable de hacerlo hacia adelante.
Desde entonces, Pedrito empezó a caminar para adelante mostrando grande habilidad para hacerlo. A los pocos días, Pedrito aprendió a andar en bici, en patines y a correr con mucha felicidad, aunque de vez en cuando le gustaba entrar al salón de clases cargando su mochila dando algunos pasitos al contrario…
Los primeros días, Pedrito chocaba con todo lo que se le atravesaba pues no podía mirar lo que había a su espalda, pero con el paso de las semanas tomó una cierta pericia que le permitía desplazarse sin tropezarse. Durante los siguientes años, el niño creció caminando siempre para atrás. Su mamá también se acostumbró a ver que su hijo caminaba al contrario y los padres no se opusieron más acostumbrándose a su peculiar estilo para trasladarse.
Cuando cumplió seis años, Pedrito fue inscrito en la escuela. El primer día de clases fue llevado por la mamá quien lo dejó a la entrada del edificio. El niño entró al salón de clases con su mochila en la espalda pero caminando hacia atrás. Los demás niños se le quedaron viendo. Notaron su eterna sonrisa y su enorme habilidad para esquivar obstáculos y no chocar ni tropezar con nada.
Ese día, cuando salieron al recreo se dispuso a recorrer todo el patio a su manera, explorando con sus talones todos los rincones. Un niño, carcomido por la curiosidad, se le acercó para preguntarle porqué caminaba en ese modo.
-"Lo hago porque es muy divertido"- contestó Pedrito.
El niño que le hizo la pregunta de inmediato quiso comprobar si efectivamente el caminar al contrario provocaba algún regocijo. Pero al intentar hacerlo, se tropezó con un pequeño obstáculo. Todos los niños que observaban empezaron a reír. Sin embargo, el niño curioso volvió a intentarlo y en esta ocasión no chocó con nada. En ese momento empezó a conocer la diversión de la cual Pedrito había hablado. Se dibujó una sonrisa en su rostro mientras expresaba su felicidad al caminar en reversa:
-"¡Es verdad, es muy divertido! ¡Vivaaa!"
Pedrito junto con el niño curioso partieron juntos marcha atrás para explorar el adoquinado del patio de la escuela. Todos los niños que habían observado la escena comenzaron a preocuparse pues todos estaban perdiendo la oportunidad de divertirse como ellos. Después, otro niño trató de experimentar la sensación, apenas había dado algunos pasos cuando empezó a gritar que él también se estaba divirtiendo. Como consecuencia, otros niños se animaron a caminar al contrario y así comenzó una cadena interminable de niños que intentaban caminar hacia atrás sin chocar. Apenas habían pasado algunos minutos y ya todos los niños de la escuela se divertían desplazándose para atrás por todo el espacio recreativo del edificio. Algunos chocaban, otros eran más hábiles, pero absolutamente todos se divertían. Había sólo alegría y fiesta a la hora del recreo todos los días. Pedrito estaba satisfecho de haber transmitido esa forma de diversión y presumía ser el más hábil de todos.
Al improviso, unas semanas después, Pedro notó algo extraño. Todos los compañeros de la escuela caminaban al contrario a la hora del recreo excepto uno. No entendía por qué un niño seguía caminando por todo el patio conservando la justa dirección hacia adelante. Pedrito pensó que quizá era un niño que tenía miedo de caer y que prefería no arriesgar. Al acercarse a él, notó que se trataba de un niño que parecía muy tímido. Ese miedo aparente de ese niño reforzó la hipótesis de Pedrito que tenía temor de caminar al revés. Pedrito se acercó a él para preguntarle su nombre.
-"Me llamo Jorgito."-contestó el niño.
-“Jorgito, no tengas miedo, no te pasa nada. ¡Intenta caminar de espaldas!”- Pedrito lo animó a tratar de caminar hacia atrás diciéndole que era solo cuestión de práctica.
-"¿Quién tiene miedo? ¿Yo?"- Contestó Jorgito con una cara de sorpresa – "Yo no tengo miedo. Lo que pasa es que yo me divierto más caminando hacia delante…"
Pedrito no quedó convencido con esa respuesta así que se le puso enfrente para preguntarle otra vez:
-“¿Cómo puedes saber cuál de las dos direcciones es mejor si tú nunca has intentado la de caminar para atrás?”
-“Ja!”-contestó Jorgito riéndose con esa pregunta – "¿Y tú? ¿Alguna vez tú has intentado caminar para adelante?"
-“No…” – contesto Pedrito.
-“Entonces ¿Cómo puedes saber que caminar para atrás es más divertido que caminar para adelante si nunca lo has intentado? No tienes manera de compararlos si nunca lo has hecho." – Contradijo Jorgito.
Pedrito se quedó callado, no sabía que responder. Ese niño tenía razón. No podía decir que era más divertida una actividad que otra sin antes experimentarlas para poder compararlas. Trató de contestar rápidamente sin que Jorgito notara que no tenía una respuesta y se le ocurrió hacerle la misma pregunta:
"¿Y tú? ¿Cómo haces para decir que es más divertido ir hacia adelante si nunca has probado ir hacia atrás?"
Jorgito, sin cambiar su expresión de niño tímido contestó dejando atónito a Pedrito:
-"Claro que he intentado caminar para atrás. Lo hice cuando tú lo propusiste la primera vez. Mira estos moretones que tengo, me los hice cayéndome varias veces. En cambio, caminando para adelante nunca me he caído, es obvio que caminar hacia adelante es más divertido que hacia atrás que me provoca heridas con las caídas".
Pedrito se sintió desafiado y dijo que con la práctica se podía caminar durante horas al revés sin caerse ni una vez.
Jorgito se dirigió a Pedrito diciéndole:
-"Yo sé porque siempre usas el elevador para subir. Porque no puedes subir las escaleras caminando al contrario. Y además sé también que tú no puedes andar en bici, ni en patines, ni correr. Hazme caso, intenta al menos una vez caminar para adelante y luego hablamos."
Pedrito molesto por esa terrible provocación quiso demostrar a Jorgito que se equivocaba e intentó desplazarse hacia adelante. Pero como era la primera vez en su vida que lo hacía, perdió el equilibrio y se cayó, raspándose una rodilla.
-"¡Ay! ¿Ves? Te dije que no era divertido. ¡Me acabo de lastimar la rodilla!" - Exclamó Pedrito gritando.
Jorgito insistió que tenía que intentar de nuevo argumentando que tenía que practicar. Entonces Pedrito se levantó otra vez para demostrar que ir de frente no era divertido para nada. Pero al lograr dar algunos pasos sin caerse, empezó a sentir una nueva sensación que le produjo un extraño regocijo. De repente, Pedrito aceptó que Jorgito tenía razón. Caminar hacia adelante era más placentero. Caminó hacia su compañerito que lo había desafiado hasta abrazarlo agradeciéndole por haberle hecho experimentar esa nueva sensación. Cuando los demás niños del colegio vieron que Pedrito caminaba hacia adelante mostrando felicidad, todos cambiaron sentido y empezaron a sentir la sensación agradable de hacerlo hacia adelante.
Desde entonces, Pedrito empezó a caminar para adelante mostrando grande habilidad para hacerlo. A los pocos días, Pedrito aprendió a andar en bici, en patines y a correr con mucha felicidad, aunque de vez en cuando le gustaba entrar al salón de clases cargando su mochila dando algunos pasitos al contrario…