16/04/2022
Un hombre generoso
por Emi Mendoza
Mi amigo Carlos me llamó para invitarme a tomar un café. Hacía tiempo que no lo veía. Habíamos salido juntos un par de veces en pasado; una vez fuimos a un concierto y en otra ocasión fuimos a dar un paseo por el bosque. La pasamos muy bien. Me gustaba, parecía un tipo educado, quiero decir, él no era guapo para nada, ni tampoco era un Einstein con un físico admirable, pero yo le daba más crédito al carácter y a la bondad que en estos tiempos de Internet es difícil encontrar en la gente. Con mucho gusto acepté salir con él y en la tarde, nos encontramos en un pequeño café en el centro de la ciudad. Era un lugar muy acogedor, digamos que era romántico, apropiado para una pareja que está por enamorarse. Ordené un pastelillo y un café con leche. Carlos pidió un sándwich de jamón. Charlamos, reímos y nos actualizamos sobre la situación de nuestros empleos. Me dijo que ahora él se dedicaba a editar videos y subirlos a “Yutiub” y que por suerte ganaba bien haciendo lo que a él le gustaba.
Mientras comíamos nos hacíamos bromas ligeras y coquetas. Me la estaba pasando bien, y él me aseguró que también. Luego, sonrió con picardía y me dijo que le encantaba mi blusa color carmín, que combinaba con el color de mis labios. Sonreí. Él era muy simpático. Me agradó la idea de volver a verlo, pero me faltaba aún la chispa para que iniciara el verdadero amor.
Carlos me dijo que me llevaría a mi casa y pidió la cuenta. Antes de que se acercara la mesera, colocó su celular verticalmente apoyándolo en una botella de agua sobre la mesa y oprimió el botón para grabar la expresión de la chica cuando regresara. Cuando ella hizo su aparición con la cuenta en la mano, Carlos hizo el gesto de no querer recibir el papel, únicamente quería saber el total.
La señorita gentilmente dijo:
- Son 19 euros, señor.
Carlos extendió en su mano un billete de 200 euros al tiempo que le decía:
- Aquí tiene, quédese con el cambio y muchas gracias.
La mesera se sorprendió pensando que era una broma, pero Carlos no estaba bromeando. La chica casi con lágrimas en los ojos no terminaba de agradecerle esa bella acción.
La escena que yo había presenciado me emocionó. Mi amigo era un verdadero hombre generoso. No solo me había pagado lo que yo había consumido, sino que además se había mostrado muy dadivoso con la señorita. Cuando salimos a la calle sentí un extraño impulso y lo tomé del brazo mientras caminábamos. Me gustaba su forma de ser, me gustaba que fuera un hombre bondadoso…
Mientras comíamos nos hacíamos bromas ligeras y coquetas. Me la estaba pasando bien, y él me aseguró que también. Luego, sonrió con picardía y me dijo que le encantaba mi blusa color carmín, que combinaba con el color de mis labios. Sonreí. Él era muy simpático. Me agradó la idea de volver a verlo, pero me faltaba aún la chispa para que iniciara el verdadero amor.
Carlos me dijo que me llevaría a mi casa y pidió la cuenta. Antes de que se acercara la mesera, colocó su celular verticalmente apoyándolo en una botella de agua sobre la mesa y oprimió el botón para grabar la expresión de la chica cuando regresara. Cuando ella hizo su aparición con la cuenta en la mano, Carlos hizo el gesto de no querer recibir el papel, únicamente quería saber el total.
La señorita gentilmente dijo:
- Son 19 euros, señor.
Carlos extendió en su mano un billete de 200 euros al tiempo que le decía:
- Aquí tiene, quédese con el cambio y muchas gracias.
La mesera se sorprendió pensando que era una broma, pero Carlos no estaba bromeando. La chica casi con lágrimas en los ojos no terminaba de agradecerle esa bella acción.
La escena que yo había presenciado me emocionó. Mi amigo era un verdadero hombre generoso. No solo me había pagado lo que yo había consumido, sino que además se había mostrado muy dadivoso con la señorita. Cuando salimos a la calle sentí un extraño impulso y lo tomé del brazo mientras caminábamos. Me gustaba su forma de ser, me gustaba que fuera un hombre bondadoso…
A unos metros de la cafetería, un pakistaní que vendía rosas en la calle se acercó a nosotros y dirigiéndose a Carlos, le ofreció un ramillete de flores:
- ‘Siñor’, un ramillete para que quede bien con su novia… ayúdeme con lo que sea su “voluntá”… es pa’ la leche de mis hijos… Carlos no dudó ni un instante y mientras grababa con el celular la escena con una mano, con la otra tomaba el ramillete y me lo daba acompañándolo con un beso en mi mejilla. Después, sacó de su bolsillo 3 billetes de 50 euros y se los dio. El vendedor callejero quedó perplejo pensando que se había equivocado, pero Carlos confirmó la cifra diciéndole que era una contribución para la leche de sus hijos. El pakistaní se alejó a toda prisa saltando de felicidad… El pequeño ramo de flores que recibí me hizo doblemente feliz, uno porque me sentí halagada por la galantería de mi amigo que tenía hacía mí y, además, por lo dadivoso que se había mostrado con aquel humilde vendedor de flores. Ese gesto contribuyó a que yo aceptara que me estaba enamorando de Carlos. La generosidad genuina penetra profundamente en uno mismo y conmueve a quienes la rodean. |
Seguimos nuestro camino hacia su coche…
- ¡Wow, que carro…!
No conozco de marcas de automóviles, pero era un vehículo muy bonito y costoso. Pero antes de abrirme la puerta, sacó su celular y me lo dio para que yo grabara una cosa que me pedía:
- ¿Ves esa viejita vagabunda que está sentada en la acera pidiendo limosna? Por favor, graba la expresión de su cara cuando yo le ofrezca una dádiva…
- ¡Wow, que carro…!
No conozco de marcas de automóviles, pero era un vehículo muy bonito y costoso. Pero antes de abrirme la puerta, sacó su celular y me lo dio para que yo grabara una cosa que me pedía:
- ¿Ves esa viejita vagabunda que está sentada en la acera pidiendo limosna? Por favor, graba la expresión de su cara cuando yo le ofrezca una dádiva…
Hice lo que me pedía y comencé a grabar a la señora limosnera que le estiraba la mano pidiendo una moneda. Carlos sacó su billetera y delante de ella comenzó a contar varios billetes de 50 euros. La señora trataba de interpretar la intención de mi amigo descubriendo al final que le estaba ofreciendo 500 euros de regalo. Con los ojos llorosos de la emoción, la anciana recibió el dinero y en un instante se lanzó de rodillas para abrazar las piernas de mi amigo para agradecerle por ese bello gesto. Yo estaba grabando toda la escena y no pude contenerme, también empecé a llorar conmovida.
Finalmente, me acompañó hasta mi casa en su elegante automóvil. Cuando nos paramos, yo quería besarlo, abrazarlo… pero él no mostró ningún afecto hacia mí. En cambio, sacó su celular para ver el video de la anciana vagabunda. Quería verificar si yo lo había grabado bien. Mientras lo controlaba, yo dejé caer más lágrimas al ver nuevamente la felicidad de esa humilde anciana. Justo cuando terminó el video, Carlos pronunció una frase que me provocó inquietud.
- ¡Vieja andrajosa y maloliente, me dejó apestando el pantalón!
No entendí lo que había dicho y le dije que lo repitiera:
- Dije: vieja andrajosa… que huele mal, que apesta, me dejó pestilente el pantalón…
A base de insistir que explicara el motivo por el cual ofendía a esa pobre anciana a la que él mismo le había regalado tanto dinero, Carlos me dio una explicación que tardé mucho en entender:
- Ay, no me digas que en verdad sientes piedad por esa vieja pordiosera… Esa mujer está así de jodida porque no le gusta trabajar. Prefiere el dinero fácil que nosotros los “generosos” le damos. Pues si eso quiere, yo con mucho gusto le doy el dinero, pero a cambio de obtener más dinero, ¡Ja-ja!
- Por favor, explícame que no entiendo…
- Toda la gente tiene hambre de emociones, pues yo se las proporciono, mi trabajo es vender emociones… Grabo las reacciones de la gente que recibe las dádivas y luego las subo a “Yutiub” para que toda esa gente como tú, sienta esa emoción que le da ver a alguien que se emociona recibiendo una ayuda de un generoso, ¡Ja-ja! El internet está lleno de videos que provocan ese tipo de conmoción, pero los que regalamos el dinero no lo hacemos gratis, ¡Ja-ja!: La carita emocionada de esta vieja por haber recibido 500 euros, me dará un fruto por lo menos mil veces mayor, según el número de ‘views’ y ‘likes’ que reciba el video.
- No entiendo, ¿quien te tiene que dar dinero? Los videos en ‘Yutiub’ son gratuitos…
- ¡Ja-ja! ¿y la publicidad? ¿Es gratis? ¡Ja-ja! Qué inocente que eres… Por cada 100 euros que pagarán los anunciantes en los videos de la viejita, la mesera del café o del pakistaní de las flores, 'Gugle' me pagará 68 euros. El promedio de las tarifas reales que paga un anunciante es de € 0,18 por ‘view’... ¿Te puedes imaginar 10 millones de ‘views’? ¡Ja-ja!
Me quedé reflexionando, ¿qué clase de generosidad aplica Carlos? La verdadera generosidad es un valor que nos impulsa a dar sin esperar nada a cambio... Descendí del automóvil desilusionada… por suerte, jamás volví a ver a Carlos, “el generoso” …
- ¡Vieja andrajosa y maloliente, me dejó apestando el pantalón!
No entendí lo que había dicho y le dije que lo repitiera:
- Dije: vieja andrajosa… que huele mal, que apesta, me dejó pestilente el pantalón…
A base de insistir que explicara el motivo por el cual ofendía a esa pobre anciana a la que él mismo le había regalado tanto dinero, Carlos me dio una explicación que tardé mucho en entender:
- Ay, no me digas que en verdad sientes piedad por esa vieja pordiosera… Esa mujer está así de jodida porque no le gusta trabajar. Prefiere el dinero fácil que nosotros los “generosos” le damos. Pues si eso quiere, yo con mucho gusto le doy el dinero, pero a cambio de obtener más dinero, ¡Ja-ja!
- Por favor, explícame que no entiendo…
- Toda la gente tiene hambre de emociones, pues yo se las proporciono, mi trabajo es vender emociones… Grabo las reacciones de la gente que recibe las dádivas y luego las subo a “Yutiub” para que toda esa gente como tú, sienta esa emoción que le da ver a alguien que se emociona recibiendo una ayuda de un generoso, ¡Ja-ja! El internet está lleno de videos que provocan ese tipo de conmoción, pero los que regalamos el dinero no lo hacemos gratis, ¡Ja-ja!: La carita emocionada de esta vieja por haber recibido 500 euros, me dará un fruto por lo menos mil veces mayor, según el número de ‘views’ y ‘likes’ que reciba el video.
- No entiendo, ¿quien te tiene que dar dinero? Los videos en ‘Yutiub’ son gratuitos…
- ¡Ja-ja! ¿y la publicidad? ¿Es gratis? ¡Ja-ja! Qué inocente que eres… Por cada 100 euros que pagarán los anunciantes en los videos de la viejita, la mesera del café o del pakistaní de las flores, 'Gugle' me pagará 68 euros. El promedio de las tarifas reales que paga un anunciante es de € 0,18 por ‘view’... ¿Te puedes imaginar 10 millones de ‘views’? ¡Ja-ja!
Me quedé reflexionando, ¿qué clase de generosidad aplica Carlos? La verdadera generosidad es un valor que nos impulsa a dar sin esperar nada a cambio... Descendí del automóvil desilusionada… por suerte, jamás volví a ver a Carlos, “el generoso” …